jueves, 21 de marzo de 2013

¿Habemus piso??????

Oteando la ciudad desde la Croix Rousse
Me da por escribir hoy, desde la reclusión de mi cuarto de un moderno, a la par que sobrio aparthotel de Lyon. Me da por escribir, sí, no lo hago porque me apetezca enormemente ni porque haya preparado una receta... ¡qué más quisiera! Aquí no tengo horno y la nevera es tan grande como un televisorcillo de cocina... Tengo que comprar la leche en versión medio litro para que me entre en los compartimentos... 

Escribo por desesperación, por ocupar mi mente en otras cosas... este ordenador va como el c... (piii), vamos, que va muy lento y no me carga la presentación de powerpoint que tengo que entregar... ayer. ¿Por qué mi querido ordenador, acompañante durante varios cambios de residencia burgalesa, mandatos en el gobierno y pontificados varios decide justo ahora que me quiere dejar en la estacada? ¿No es acaso un acto cruel de ensañamiento hacia una persona que tiene que entregar dieciochomil trabajos desde la distancia y que no tiene mayor compañía durante el día que su presencia y disfrute junto con el televisor que sólo sabe hablar francés? Si me pinchan, no sangro...

Pues sí, aquí estoy en Lyon, muerta de asco... no porque la ciudad no sea bonita, no, que va, si preciosa es. Lo sé por las tres veces que he salido de turismo en tres semanas que llevamos aquí. Se va a cumplir un mes de estancia y la ciudad no, pero cada poro de la pared frente al escritorio, me lo conozco como si lo hubiera parido yo. ¿En qué estaba pensando el señor Bolonia cuando hizo esta ley de pacotilla? Ya sé... con la crisis y la tasa de parados por las nubes, pensó...¡Que trabajen ahora los cabrones, así por lo menos algo harán antes de ir al paro!

Bueno, en fin... después de este pequeño desahogo y, como no quiero parecer una histérica, voy a pasar directamente al siguiente tema y es que aquí en Francia hay un estilo propio de merendar o postrear. De todos es sabido que a los franceses no les amarga un dulce, vamos, que son los reyes de la repostería y se inventan cualquier cosa para llevarse a la boca un dulce manjar. Así que se han inventado el café gourmand que consiste en un café sólo, acompañado de pequeños dulces. El platillo del café suele ser grande, con el huequecitto para la taza y el resto del espacio sirve para presentar los dulces, que pueden ser mini magdalenas, mini pastelitos, mini bombas rellenas de crema o mermelada o mis favoritos, los macarons. En realidad, lo que sea, pero mini. 


¡Es una auténtica PA-SA-DA!!! Lo pude comprobar el sábado pasado después de comer en el centro de Lyon, en un restaurante donde el plato estrella son los mejillones. Nos pusimos hasta arriba sin gastar demasiado y de postre, pedimos el café gourmand porque pensábamos que un crêpe o una fondue de chocolate sería demasiado. Bueno, pues el café gourmand tampoco se queda corto. No es un simple café con una galletita, que va, así que me hubieran sobrado tres o cuatro mejillones por lo menos.

En fin, aprovecho para invitar a todo aquel que me aprecie a visitarme a Lyon. Prometo invitar a un café gourmand en un cafelito chic de esos que me gustan a mí. Eso sí, habrá que esperar a tener una vivienda habitable, un apartamento, nuestro próximo y espero que definitivo-por-lo-menos-por-unos-años home sweet home.


Nota: fotos tomadas de eamini.fr y la página de la Académie Versailles